A finales del siglo XX, las cosas en China estaban cambiando. No tan solo porque Hong Kong dejará de ser colonia inglesa, si no porque el dinero empezaba a pudrir las almas de los orientales. Las mafias de la capital luchaban por hacerse fuertes, mientras la policía recurría a cualquier método con tal de vencer al crimen organizado. La corrupción esta al orden del día, mientras los delincuentes, es esfuerzan por sobrevivir. La delgada línea del bien y del mal, no se vislumbra fácilmente. Una de las formas elegidas para combatirse mutuamente, es la incursión de topos. Así, el Superintendente de la policía, recluta a un familiar del capo principal, para que le haga de informador; a su vez, la mafia infiltra a su mejor hombre para que espíe en los cuerpos de seguridad. Estos personajes, ahora secundarios, serán los protagonistas de una batalla similar, en el futuro. Aunque el presente es lo importante y la cruenta muerte del padre del capo, a manos de un sicario policial, desatará una dura guerra en la que los malos están en los dos bandos.
Esta precuela de la exitosa Infernal Affairs, hace bueno el dicho de que la excepción confirma la regla. Mucho más seria y creíble que su antecesora, IA2 nos muestra la dureza del crimen chino en su más bastardo significado. Traición en ambos bandos, sentimientos enfrentados, menos despliegues futuristas y una historia más madura, nos hacen disfrutar al máximo con este thriller policiaco mezcla de cine negro y acción. Genial la manera de hilar la trama de la primera entrega, con unos jóvenes protagonistas, que, ansiosos de demostrar su valía, no dudan en darlo todo, desde su humilde plano secundario. En definitiva, una inmejorable forma de llenar los huecos que dejó al descubierto Infernal Affairs, y un aliciente para ver la última parte de la triología.
Nota: 8
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