Estamos en el lejano oeste. Aquí no existe la piedad ni el perdón. El símbolo del dolar es preludio al silbar de las balas. Un hombre de negocios, intenta monipolizar el atrayente negocio del ferrocarril. Por las buenas o por las malas, se va haciendo con todas las tierras por las que pasa la vía férrea. En una de sus mas sucios movimientos, Frank (el sicario del magnate) asesina a toda una familia. Un drama que pronto se olvidará en el poblado. Casualmente, la matriarca, queda con vida al no encontrarse en casa. Hereda todas las posesiones, convirtiendose así en el blanco número uno de Frank. La cosa se le complica cuando la viuda (Jill), conoce a un extraño nómada al que llaman Harmonica. Juntos emprenden una batalla por mantener los terrenos. Frank no se da por vencido, declarando la guerra a la pareja; pronto se dará cuenta que la guerra había comenzado muchos años atrás...
Para muchos la consagración de Sergio Leone como director de cine. Esta película, supuso el final de una época para el realizador italiano. Con un reparto renovado (Eastwood deja su lugar a Bronson) y con unos guionistas de lujo (Dario Argento, Bernardo Bertolucci y el propio Leone), la película intenta limar las asperezas de sus predecesoras dentro del género del 'spaghetti western'. Mucho más técnica y con menos frescura, abusa de los tópicos que definian el cine de Leone por aquellos entonces. Una historia demasiado heterogenea, produce una sensación de lentitud que llega a aburrir en más de una ocasión. Las interpretaciones, muy gestuales, alcanzan el nivel del Bueno, el feo y el malo (última parte de la llamada triología del dolar); la excepción la marca Claudia Cardinale: solo su exótica belleza puede justificar el papel que desempeña. Como puntos fuertes, señalaría la puesta en escena, los exteriores y la música (de nuevo del maestro Morricone); la parte negativa sería la pobre historia que se nos cuenta, 'coronada' con un inconexo e insulso final.
Nota: 7,2
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