Tras esta compleja trama de judíos mezclados con alemanes, heterosexuales con homo, árabes con judíos y demás se esconde una historia de convivencia entre distintas ideologías, patrias y orientaciones sexuales que nos hace reflexionar sobre nuestros propios convencionalismos y tolerancia. No existen unos dogmas de convivencia y nadie está en posesión de la verdad, Fox da un puñetazo en la mesa y presenta un cuadro coral de singulares personajes que según nuestra ideología nos hará decantar nuestras simpatías por unos o por otros, Eyal es un tipo duro, de arraigadas creencias y todo un profesional, un hombre israelí que nunca llora y enfrente tenemos a Axel, un encleque alemán con un pasado familiar nacional socialista y que es todo lo contrario, homosexual, vitalista y tolerante. Pia es una chica avergonzada de su familia y huye a Israel, con su caracter centroeuropeo se adapta a la disciplina del kibutz fácilmente. Los tres tendrán una bonita y difícil relación a causa de conflictos familiares del pasado y ahora tienen una oportunidad de redimir los érrores anteriores y buscar la paz entre todos. El relato es impresionante y te mantiene en tensión la hora y 45 minutos del metraje, además tiene el aliciente de las localizaciones, se pueden ver excelentes planos tanto de Estambul, Tel Aviv, Jerusalén, el Mar Muerto, el desierto y por último Berlín. Una película que a mí me ha dejado huella, sobre todo en Berlín donde pasan por sitios donde he pisado. Excelente banda sonora.
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