Brazil (2021)
Mateus es un joven ambicioso de una aldea a las afueras de Sao Paulo. Un buen día se le aparece la oportunidad de su vida con un trabajo en la capital. Él y varios lugareños se van a trabajar a una chatarrería donde podrán ganar suficiente dinero para que su familia no pase apuros. Don Luca, su patrón, es un tipo correcto que los trata como a obreros de segunda. Todo empieza a complicarse cuando Mateus exige un contrato y un salario base. Don Luca se pone firme y le explica que son poco más que prisioneros que tienen que hacer todo lo que el les diga. Trabajar de sol a sol y prácticamente gratis. El único que parece tenerlo claro es el protagonista que se acerca al patrón de manera peligrosa y hasta colabora con él en los asuntos sucios en los que se mueve. Mierda en la que todo el mundo esta implicado, desde policía hasta políticos. El dinero lo puede todo, e incluso el corazón más inquebrantable, puede ceder cuando el futuro de toda su familia puede verse implicado…
Alexandre Moratto coge el testigo de Fernando Meirelles (Ciudad de Dios), quien produce este duro film brasileño que nos muestra la cara más sucia de Sao Paulo. Corrupción, trata de blancas y violencia, todo por la pasta. Con un enfoque definitivamente dramático, el director nos va sumergiendo en el negocio del tráfico de esclavos en la gran urbe brasileña. De manera natural vamos viendo como mafiosos de medio pelo van haciendo sus negocios de manera impune, con la colaboración de la policía y los políticos que defienden la transparencia y la lucha contra el crimen. Desde una empresa tan “cutre” como una chatarrería va abasteciendo el país con cosas tan básicas como cobre. Potente (y básica) historia que va desde lo más humilde a los más ambicioso, donde de manera muy precipitada se vislumbra un tráfico de seres humanos a gran escala. Un cambio muy forzado, que, aunque algo fuera de lugar, no quita ni un ápice de potencia a la historia contada.
Nota: 8.0
Para Recordar: El papel de Don Luca, un cabrón muy coherente.
Para Olvidar: El desenlace, aunque esperado, nos deja con un mal sabor de boca.
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