A través de la cámara de Monicelli con un blanco y negro que caracteriza mejor la época que quiere mostrar, vemos el sombrío Torino de finales del siglo XIX donde los soportales son los mismos que hay ahora pero donde los trabajadores se levantaban a las 5:30 de la mañana y llegaban a su casa a las 10 de la noche, viviendo sus familias en condiciones infrahumanas y siendo totalmente analfabetos, la idea del profesor Sinigaglia de continuar hasta el final denota la actitud de un hombre culto pero que no se jugaba nada, muy al contrario que los trabajadores que sin conocimiento alguno y por fuerza bruta sólo se movían a base de impulsos. En medio de esto lío entre patronos y trabajadores estaban los trepas que se basan en su propio beneficio para mantener un equilibrio entre ambos bandos y pegarse una gran vida. Una obra muy de actualidad con los sucesos que están ocurriendo en medio mundo con la crisis económica donde los franceses no cejan en su empeño por defender sus derechos y donde una España adormecida, adocenada y sin rumbo no sabe ni lo que le conviene.
Para Recordar: Las pésimas condiciones en que vivía la gente en esa época, es algo que nunca hay que olvidar y que a través de la unión se consiguen los objetivos de un grupo. También a recordar lo bonito que es la ciudad de Torino, me alegró de nuevo ver los soportales de la calle Pietro Micca.
Para Olvidar: Lo usureros y huraños que son los de la escala media de la empresa y la cara del viejo y asqueroso patrono de la fábrica textil, si llegan a poner a Díaz Ferrán ni noto la diferencia.
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