María nació en una pequeña aldea Colombiana cerca de Bogotá. Allí la vida es muy tranquila, sobre todo si uno no tiene muchas expectativas. El trabajo escasea, pero la empaquetadora de flores es una buena opción para sacar el dinero justo para vivir. María, como otras muchas personas en su ciudad, entrega gran parte de su salario a su familia, principalmente a su hermana que es madre soltera. Pero nuestra protagonista es joven e impetuosa y se niega a aceptar que la vida se reduce a trabajar todo el día y a disfrutar bailando salsa los fines de semana. Cuando se entera que esta embarazada, decide aceptar un trabajo muy bien pagado con la mafia narco de la capital. Debe pasar en su estomago gran cantidad de capsulas de cocaína. Con que una se reviente, se acabo la historia. Vale la pena arriesgarse. Con un viaje podría empezar una nueva vida con su bebe. Todo parece sencillo y más cuando en el aeropuerto de Nueva York, evita los controles debido a su estado de buena esperanza. Sin embargo, el tema se tuerce y María aprenderá que no hay dinero fácil en la ciudad de las oportunidades. Una ciudad que, aunque será siempre hostil para una inmigrante de segunda como ella, podría ser la salvación de su hijo si nace con el pasaporte americano debajo del brazo.
Emotiva producción sudamericana, que sin grandes alardes argumentales, nos muestra la triste realidad de un provinciano en Colombia. Lejos de ser un drama al uso, la película que hoy comentamos es un melodrama fresco repleto de situaciones simpáticas e incluso de momentos de suspense. Si bien el director no quiere adentrarse en el complejo mundo del narcotráfico y la inmigración ilegal, si que es cierto que nos narra desde dentro la vida de una colombiana de clase media, orgullosa de sus raíces pero temerosa de su futuro. Para los que nos hemos tenido que ir de nuestra tierra María llena eres de gracia, nos resulta especialmente cercana y dura. Sin buscar un sentimiento de pena o angustia, el realizador describe como se vive en un pueblo colombiano, no muy diferente a cualquier pequeño pueblo peninsular. Creencias pasadas de moda, miedo a perder el empleo y marginación hacia las madres solteras. Este planteamiento cambia radicalmente, cuando entra en escena la mafia narco y la protagonista marcha a EE.UU. en busca de un cambio que se produce de la manera más brusca posible en un final que podría haber sido muy diferente. Me gusta mucho el sentimiento de orgullo hacia una cultura muy rica como es la colombiana y me entristece que esa cultura se vea asfixiada por la delincuencia y por el dinero sucio del vecino yanqui.
Nota: 8.3
Para recordar: La melancolía de la Colombiana exiliada y su absoluta falta de integración en la sociedad anglosajona (la entiendo perfectamente)
Para olvidar: La poca complejidad con que se desarrolla la historia. El resultado global es muy bonito, pero la moraleja es algo insulsa
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