La archiconocida pareja formada por el detective Sherlock Holmes y el médico venido a menos, John Watson, acaban de resolver otro enmarañado caso. El talento del detective parece no tener límites ¿pero cual es el secreto de tamaña inteligencia? Parece ser que todo se esconde de puertas para dentro. Y es que en la casa de los investigadores la realidad es muy diferente. Holmes esta todo el día bebiendo, fingiendo que toca el violín y esperando que caiga la noche para pasarla en la cama de cualquier mujer de malvivir. El 'responsable' de esta situación es el bueno de Watson, cuya timidez y falta de personalidad le ha hecho contratar a un 'actor' para que protagonice en primera persona las andanzas del detective creado por su privilegiada mente. La realidad superó a la ficción y ahora el negocio detectivesco le esta proporcionando pingües beneficios. Beneficios que por otro lado esta dilapidando Sherlock gracias su vida díscola. El doctor, harto de los desdenes del protagonista, decide prescindir de sus servicios, obviamente sin revelar su pequeña 'travesura'. La nueva formula con el cerebro de Holmes, pero sin su cara, no parece funcionar y el médico deberá readmitir al tunante artista para intentar resolver un asunto que puede afectar a la corona. Ahora es el momento de la verdad y ambos deberán luchar contra los elementos, contra el terrible Moriarty y, sobretodo, contra las meteduras de pata de Sherlock Holmes, una farsa que se convirtió en leyenda.
Hoy en piniculas tenemos una inteligente comedia que se podría encajar dentro del género detectivesco. Una obra que no puede faltar en la filmografía de los fanáticos de Sherlock, entre los que por supuesto me incluyo. Si en “La vida privada de Sherlock Holmes”, Wilder no mostraba el lado más intimo del sabueso, en Sin pistas, Eberhardt desenmascara al investigador y cuenta toda la verdad de uno de los engaños más grandes de la literatura. Gran idea y nueva vuelta de tuerca a un sub-género que parece inagotable. Un Holmes que en diferentes campos artísticos ha sido gay, un fraude, ha viajado al futuro, al pasado, ha conocido a Jack el Destripador e incluso ha peleado contra ¡zombies! Todo vale para el genio que siempre lleva sombrero con orejeras (o no). En este caso la trepidante comedia planteada por el director ofrece al espectador algo más que una curiosa idea. Estamos ante un film de humor con tintes de suspense y de aventura clásica, al más puro estilo de Blake Edwards. La trama se ve reforzada por la interpretación de dos monstruos como son unos jovencísimos Ben Kingsley y Michael Caine en una faceta en la que poco se han prodigado en su dilatada carrera. Por lo demás, no hay que buscar más complejidad en una historia sin puntos de reflexión. Esta es una pieza para entretener al espectador inteligente que no quiere ver la misma basura de siempre.
Nota: 8
Para recordar: La escena del perro; delirante.
Para olvidar: El abuso de algunos tópicos.
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