Marco, un tipo bastante desagradable, un individuo medio de la población española, de esos que no se para a pensar en los demás, de esos que se cree especial por que tiene un coche potente, decide ponerse pedo a la hora de conducir. El destino, en vez de castigarle, le da la oportunidad (en forma de sentencia judicial) de redirigir toda su vida entrenando a un grupo de muchachos con diferentes deficiencias psicológicas. Lo que en un primer momento es un caos y un suplicio, poco a poco se va a convirtiendo en una lección de vida. Unos muchachos que van a su bola, anárquicos y despendolados, que tienen historias tristes y esperanzadoras que compartir, animan a Marco a luchar por sobrevivir, por alcanzar sus sueños y por encontrar la verdadera felicidad. En una batalla diaria por la superación, el equipo de baloncesto al que entrena Marco, se convierte en un vehículo de superación cotidiana. Una guerra contra la ignorancia de los que se creen superiores y los que no gastan un céntimo por ayudar a las minorías. Desde el pabellón más humilde de la capital un grupo de grandes campeones disputarán un partido de baloncesto dónde no hay ganador ni perdedor sino un puñado de grandes personas minusválidas que magnifican y evolucionan la degenerada raza humana.
Muy orgulloso y muy feliz por el reconocimiento (aunque sea de parte de los Goya ;-)) de esta película, presento en píniculas Campeones. Un proyecto, que, aunque técnicamente no aporte mucho al séptimo arte, supone un hito sin precedentes al incluir en el reparto un amplio elenco de actores con deficiencias psicológicas. Desde el principio fui reticente a visionar esta pieza, ya que pensaba que era otro intento de usar a minusválidos como carnaza para triunfar en la gran pantalla. Pero le dí una oportunidad al tratarse de una pieza de Javier Fesser. Y que gran acierto. Campeones supone un desafio, una lección artística, para todos los que quieren disfrutar con el cine en estado puro. Y es que Fesser ha conseguido impactar de manera efectiva en el corazón de todos, tanto el gran público como la crítica. Y aunque los fascistas de Hollywood finalmente la hayan ignorado, los 3 millones de espectadores y el reconocimiento de España (con el Goya entregado por el mismísimo Almodovar) hacen justicia con una obra que pasará a la historia. Y es que Campeones no pretende describir una historia compleja, sino que se atreve con un guión simple basado en el reto de gestionar un elenco de gente con comportamientos alejados del racionalismo. Y el experimento es brutal, visceral, puro, elegante, emotivo, cómico y dramático. Sin enfocarse en la lastima y la absurda compasión, Fesser se aventura a trabajar con gente minusválida sin ninguna limitación. Y con eso, joder, consigue hacer cine de verdad. No cabe otro adjetivo que obra legendaria.
Nota: 9
Para Recordar: Cuando Marín le de dice a Marco que él si querría tener un padre como el. Brutal.
Para Olvidar: El epílogo final. Con un desenlace de 10, el ñoño epílogo ensucia de alguna manera esta gran película.
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