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jueves, enero 24, 2019

Una pastelería en Tokio

Japón (2015)

Producción dirigida por Naomi Kawase, a partir de la novela homónima de Durian Sukegawa. La película ganó del premio a mejor actriz en el festival de cine Asia-Pacífico interpretada por Kirin Kiki. Sentaro, un hombre de mediana edad, tiene un puesto de dorayakis en un parque en Tokio. El dorayaki es un dulce japonés de dos tortitas que en medio lleva una pasta de judías llamada Anko. Sentaro no tiene ninguna pasión por su trabajo de repostero, simplemente está allí porque tiene que pagar una deuda. Una cliente habitual del puesto es la joven Wakana, una adolescente de instituto que huye de sus problemas en casa yendo a ver a Sentaro. En una tarde de primavera, viene hasta el puesto de dorayakis la anciana Tokue, le propone a Sentaro que si puede trabajar haciendo la pasta de judías. Sentaro la rechaza, es una mujer muy mayor, pero ella le deja unos dorayakis que ha hecho. Nuestro protagonista los prueba y se queda maravillado ante la destreza de la anciana y la contrata. Ahora el puesto tiene muchos más clientes debido a la pasta de judías de Tokue. El problema va a surgir cuando los clientes se dan cuenta que Tokue tiene lepra, algo que Sentaro había intentando ocultar de la manera más elegante posible. La dueña del puesto ordena a Sentaro que despida a la anciana y nuestro protagonista lo que hace es no ir al trabajo al día siguiente para que Tokue trate directamente con los clientes, así se desvela la enfermedad de la anciana, el puesto se vacía de clientes y la dueña despide a Sentaro, por fin, la deuda está saldada. Sentaro y Wakane deciden entonces buscar a la anciana Tokue y descubren que llevaba cincuenta años viviendo en un sanatorio donde allí cocinaba. Ahora ha fallecido y deja un mensaje de esperanza para Sentaro y Wakane. El repostero va a recuperar su pasión por la cocina y Wakane por fin será libre.

Este tipo de relato del cine oriental, en concreto de Japón, te reconforta con la bondad y la naturaleza del ser humano, por ello reivindico mucho este tipo de películas donde la magia y la emoción están en cosas cotidianas que podrían pasar a la vuelta de la esquina de donde vives. El director Koreeda es un gran maestro en este tipo de películas. Aquí la directora Naomi Kawase se rodea de un excelente elenco de actores, sobre todo por la anciana Kirin Kiki (ya fallecida) para mostrar una historia donde el sonido con el silencio es muy importante, los cerezos en flor del parque te dan paz y tranquilidad y que en definitiva te deja ese poso de que el mundo es un lugar mejor cuando terminas de ver la película, algo que es muy complicado de conseguir. El principal problema para el gran público de la parte occidental es la paciencia para su visionado, el ritmo en el cine japonés en general suele ser bastante más lento de lo que estamos acostumbrados. Si uno es capaz de tener la suficiente paciencia y relajación para ver el film, encontrará una joya y le será muy difícil de olvidar este gran relato, al contrario de lo que pasa con muchas películas occidentales, que al momento te encantan pero pasada una semana ya ni te acuerdas de lo que ocurría en la película.

Para Recordar: la maravillosa lección que nos da Tokue. En la cocina, como en la vida, hay que tener paciencia.

Para Olvidar: el ritmo de la película es lento en algunas ocasiones.




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