España (1963) En el Madrid dictatorial de los 60, donde la pena de muerte estaba a la orden del día (aunque con una “popularidad” por los suelos), el trabajo de verdugo era de la peor escala dentro del goloso mundo funcionarial. Bien pagado, con pocos picos de trabajo, pero con una actividad final repudiada tanto por civiles como por criminales. Pero es lo único que sabía hacer Amadeo, nuestro protagonista, y es lo único que había hecho durante décadas. Pero como todos los oficios, llega el tiempo de la jubilación y le quiere pasar el testigo a su yerno, Jose Luis, que odia esa profesión. Pero la situación familiar es complicada y es dinero fácil con poco trabajo. Y esto último es muy goloso, sobretodo cuando uno cobra por acudir al juzgado y por desplazarse a sitios donde nunca pasa nada. Lo malo es que a veces pasa y en un viaje a Mallorca, donde todo es diversión y despiporre, un viaje a gastos pagados con dietas, se puede convertir en la peor de las pesadillas…
Obra maestra del genio del cine español, Luis García Berlanga. En poco menos de hora y media, Luis se burla de la manera más sutil del mundo, de la sociedad española en pleno franquismo, así como de las instituciones y sus “enchufismos”. Pone de nuevo a la clase media como peleles del sistema y nos muestra que en nuestro país todo vale por la “pasta”. Tremendo retrato de la manera de vivir de la gente normal en el Madrid de los 60, afinados en pisos de 40 metros cuadrados, medio derruidos y en las peores condiciones. Con un sueño común de irse a un piso un poco más grande a las afueras, eso si, nuevo y que ahora seguro que cuesta 100 veces más. Crítica a la falta de expectativas, al acomodamiento ibérico y a la dualidad de la fiesta perenne vs. la realidad del pueblo. Para culminar, los pequeños papeles de monstruos de la interpretación que estaban emergiendo, como Alfredo Landa y José Luis López Vázquez sin hacer de estúpido. Una obligación ver esta película de cine patrio en estado puro.
Nota: 9.2
Para recordar: La boda, donde los ricos tienen todos los lujos por parte de la iglesia, pero cuando los pobres toman el relevo, apenas les dejan velas para completar la ceremonia. Muy revelador.
Para olvidar: Un argumento un poco simple; si no se entiende la sátira social, puede parecer una obra con poco contenido.
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