Durante la conversación Fernando recuerda sus tiempos de infancia acompañando a su madre en el teatro, los duros tiempos de la Guerra Civil en Madrid y como siendo un adolescente pues para él la guerra era como un cese en sus actividades con las muchachas. Recuerda como en la posguerra lo pasó francamente junto a su mujer María Dolores Pradera para sacar adelante a sus pequeños y como luego pasó a la noche madrileña en Pasapoga, en casa de los Flores y sus continuos trabajos que no eran elecciones sino lo único que sabía hacer. Anécdotas de un gran personaje que reflexiona como por ejemplo el mejor director del mundo para él que era Luis Buñuel no pudo realizar su trabajo en su propio país debido a la idiosincrasia de este territorio que nos ha tocado vivir. Lo cierto es que Trueba tenía razón porque con el gran sentido de la ironía de este hombre, la experiencia de toda una vida y la inteligencia de este monstruo de las pantallas hace que pases una de las mejores horas de tu vida y todo esto aderezado con la música de Enrique Morente, jamás fue tan fácil rodar una película si tienes un genio de la palabra (Fernán Gómez ha sido el único actor que ha pertenecido a la Academia de la Lengua) junto a un genio del flamenco.
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