Manu es un militante del partido dominante en la Euskadi del pasado más próximo. Un sitio donde es complicado convivir, donde el miedo es el sentimiento más difundido y dónde la paz es la situación más deseada. Sobretodo para buena gente como Manu, que piensa que las cosas se pueden solucionar hablando. Para corroborar esta teoría decide, a espaldas del partido, convocar una reunión para establecer las pautas de una posible tregua con el grupo terrorista ETA. Buscando apoyo en un peso pesado de su entorno político, consigue algo de dinero para ir a Francia y pactar con un terrorista las condiciones de un acuerdo para el alto el fuego. Todo ha sido preparado a conciencia; un mediador internacional (de EE.UU.) supervisará las reuniones entre político y el etarra. Sophie, una bella traductora francesa, intentará servir de nexo de comunicación entre las 3 partes. Cosa que no será sencilla teniendo en cuenta las sutilezas lingüísticas que ponen encima de la mesa los negociadores. Pero con la colaboración de todos, las negociaciones pueden salir adelante. Cuando todo parece estar zanjado, la sin razón de los violentos hace acto de presencia y lo que se preveía como un acercamiento de la paz, se convierte de nuevo en una batalla armada que terminará colocando a Manu en el sitio que siempre se ha merecido.
Borja Cobeaga hacia sus pinitos como director tras el enorme éxito como guionista de 'Ocho apellidos vascos'. Y lo hacia con un film bastante serio y mordaz que le valió el premio a la mejor película vasca en el Festival de San Sebastián de 2014. Sin muchas pretensiones este humilde largometraje trata de aportar un granito de arena a la realidad social en Euskadi. Con momentos delirantes y un trasfondo socio-cultural claro, El Negociador es una delicia de obra que nos hará descubrir algunas facetas del mundo vasco más recóndito. Con un claro mensaje unificador, Borja (según sus propias palabras al introducir el film) pretende denunciar la situación del terrorismo con un punto de humor negro e intentando no faltar al respeto a las víctimas. Y quizás ese 'miedo' es el que encorseta en cierta medida la trama dejando el guión algo huérfano de contenido. Pero tampoco se podía lograr más con los medios disponibles y un metraje reducido (79 minutos). Desde este punto de vista el resultado es más que redondo, dejándonos una pieza de autor fresca, con contenido y altas dosis de humor.
Nota: 8.1
Para recordar: El momentazo de pasión de Manu
Para olvidar: Todo queda un poco superficial, dejando al espectador más familiarizado con el tema, con ganas de más 'chicha'
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