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jueves, abril 19, 2018

El congreso

Israel (2013)

En un futuro atípico los actores son reemplazados por simulaciones de ordenador. Estas simulaciones son programadas por los realizadores para interpretar papeles 'perfectos'. Es una industria ideal porque, además de no fallar en el guión, los 'avatares' se mantienen siempre jóvenes y en perfecto estado. El único problema radica en conseguir que el actor de carne y hueso se preste a 'alquilar' su persona. Este es el caso de la escéptica Robin Wright, que, en el ocaso de su carrera, busca la mejor manera de continuar en la profesión. Su agente Al, se empeña en que la única salida es la digitalización de su persona. Aunque ella se opone a esta forma de 'matar' al artista, sus situación personal le empujan a dar el paso. Un paso duro que la anulará como interprete. Perdida en un mundo artificial, Robin participará en un congreso organizado por los estudios de cine. El único e indispensable requisito para asistir será tomar una poderosa droga que la sumergirá en una realidad alternativa en la que todo el mundo es un dibujo animado. Todos son personajes de un mundo imaginario que intenta ocultar la suciedad de la sociedad actual. Caracteres imposibles conviven sin humanidad en una dimensión paralela. Allí, Robin a Dylan un fan que esta enamorado del Robin avatar. Sin embargo siempre fue su sueño compartir unas palabras con la verdadera actriz, aunque fuera en forma de dibujo animado. Juntos, empezarán una aventura en busca del hijo de Wright que les llevará a lugares de ensueño en un futuro perturbador en el que nadie es feliz fuera del colorido universo artificial.


El versátil director israelí Ari Folman, dirigió en 2013 esta 'lisergica' obra al más puro estilo Jodorowsky. Si bien es cierto que el planteamiento original es brillante, con Robin W. haciendo de si misma y H. Keitel llevando las riendas de la acción, el salto al mundo 'animado' resulta un tanto desconcertante. La parte de la realidad futurista, con productores jugando con la vida de los actores, es muy revelador y augura una historia profunda y compleja. Sin embargo, todo cambia cuando la protagonista entra al congreso y las metáforas sobre la sociedad actual se vuelven demasiado sutiles y enrevesadas. Los personajes se vuelven 'locos' y la trama pierden el sentido lineal. Esta amalgama de situaciones que no parecen apuntar hacia ningún lado, en efecto es lo que consigue,n culminando la original historia en un final bastante confuso y alegórico. Buen intento de Folman pero difícil de digerir por el espectador menos experimentado.


Nota: 7.2

Para recordar: La conversación entre Keitel y Wright en el escaner.
Para olvidar: Lo complicado que se vuelve todo en el mundo animado.


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