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martes, abril 13, 2021

Unforgiven

(2013)

En una pequeña granja de la costa nipona, Jubee Kamara cría a sus 2 hijos en soledad. Para él es lo más importante que existe, aunque le cuesta mucho la crianza. Entre tanto, un buen día un amigo de su época como samurái, se cruza con él y le propone un trabajo como cazra-recompensas. El humilde granjero resulta que fue en otro periodo de su vida un asesino implacable. Pero ahora ha cambiado y es viejo. Lo que pasa es que su familia necesita el dinero y decide aceptar el encargo para dar su merecido a dos chulos que han torturado a una prostituta. Lo que podría ser un simple trámite se complica ya que el alguacil del pueblo donde viven sus “recompensas” es un malnacido psicópata que odia a los viejos samuráis. Le gusta dejarlos en ridículo y agredirlos públicamente. Cuando el hombre de la ley se cruza con Jubee, desatara todo su odio contra el legendario soldado, dejándolo gravemente herido y sin fuerzas para completar su misión. Lo que pasa es que quien tuvo retuvo y el policía cometerá el error de matar a su amigo y jactarse de ello. Será entonces cuando veremos si aún queda algo de ese sanguinario soldado…

Hace unos meses me encontré con esta curiosa pieza que copia el nombre (y un poco la idea) del film homónimo que Clint Eastwood dirigió en 1992. Y quizás esto haya sido una de las causas por lo que es desconocida al gran público, siendo una obra dramática de peso. Lo primero que sorprende es la ambientación, en un periodo histórico de Japón desconocido para la mayoría de los occidentales: el exótico feudalismo de los samuráis dejó paso a una sociedad civil con muchas lagunas legales al más puro oeste americano. Las katanas dejaron paso a las escopetas y el honor ya no le importa a nadie. Los paisajes del relato son sublimes y el retrato de la sociedad de la época muy acertado. El desprecio hacia los samuráis choca con la baja catadura moral de los nuevos regentes. Y de fondo una historia de corrupción, violencia y muerte, en la que se intuye un vestigio de lo que fue la honra del imperio. Un imperio que también tenia su lado oscuro y donde en realidad no había héroes. Como nuestro protagonista, que lo más bonito que hizo en su vida fue crear una familia. Esos valores quedarán a un lado, cuando se trata de sobrevivir. Y, aunque en general el largometraje puede parecer un poco lento, ese instinto de supervivencia sin mas adornos es la que hace culminar la película con un final apoteósico, cutre como el propio relato, pero apoteósico.

Nota: 8.8

Para recordar: La lucha de espadas con la oxidada katana de Jubee. No podía ser de otra manera.

 
Para olvidar: El ritmo es bastante tedioso, sobretodo si lo que se espera es una historia dinámica rollo samuráis luchadores. Esto es otra cosa, es un drama en toda regla que habla de la decadencia de Japón.


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