Reino Unido (1965)
Un campamento del Norte de África, sirve como prisión militar para soldados británicos que han cometido algún agravio contra el código del ejercito. Allí hay de todo, pero en general son tunantes que están hartos de las estrictas normas del ejército y que buscan sobrevivir de la mejor manera que pueden. Este es el caso del último grupo de 5 soldados que han agraviado a su majestad de diferentes maneras. Pero todos van a pagar igual: subiendo y bajando una colina de arena del desierto bajo un sol abrasador. Serán tratados con desprecio y no habrá piedad en lo que a su salud respecta. Sobretodo, porque los vigilantes de ese tipo de campamentos, son gente de dudosa valía. Gente como el Sargento Williams, un bastardo, borracho y reprimido que solo disfruta haciendo de sufrir a los presos. Esto es algo que ha sido siempre así, y que sus superiores no condenan. Pero el nuevo preso, Joe Roberts, acabó a la sombra por no acatar ordenes estúpidas e intentará hacer justicia en aquel agujero olvidado por todos.
The Hill, es una curiosa película sobre justicia y honor en un ámbito muy particular: los prisioneros del ejercito. Pero prisioneros internos, no de guerra. Algo poco visto en el cine, y que puede resultar interesante para los amantes del cine bélico con una trama muy original. Al igual que en 12 hombres sin piedad, Sidney Lumet, intenta que la justicia fluya a través del argumento principal. Aunque en esta ocasión, no está tan claro quienes son los culpables, ya que todos en aquella prisión han cometido algún delito. Más que juzgar a las personas, en el trasfondo, se juzga al propio ejercito y las estúpidas reglas que lo rigen desde hace siglos. Puede resultar un poco lenta, pero no se le puede quitar mérito al contenido del guión. También muy interesante el final, en donde no se sabe muy bien si la justicia triunfa o no. Película para muy cinéfilos, que no tiene la agilidad del largo estrella de Lumet, pero que sigue siendo una joya del séptimo arte.
Nota: 8
Para recordar: La ida de olla del soldado Davis, cuando en calconcillos deja el ejercito de manera unilateral y realmente nadie puede hacer nada al respecto.
Para olvidar: El lenguaje del ejército, con demasiados gritos constantes. No creo que fuese así en la realidad.
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