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jueves, noviembre 29, 2018

Victoria

Alemania (2015)

Producción dirigida por Sebastian Schipper, ganadora de 6 galardones en los premios del cine alemán (incluyendo mejor película, director y actriz protagonista Laia Costa, primera actriz no alemana que gana este premio). Victoria es una chica joven madrileña que se traslada a Berlín en busca de trabajo, está sola en la ciudad y baila en los clubes de techno del barrio de Kreuzberg. Al salir de uno de estos clubes se encuentra con un grupo de berlineses que están armando tanto jaleo que no les dejan entrar al club, son Sonne, Boxer, Blinker y Fuss. Enseguida hay una conexión entre Victoria y Sonne, el líder del grupo. Después del primer contacto visual, entablan conversación en inglés y Sonne le promete a Victoria que va a conocer la auténtica noche berlinesa. Primero se van a una tienda a robar cervezas y se las toman en la azotea de un edificio que conoce la pandilla. Después Victoria les enseña a los chicos en la cafetería donde trabaja, es la primera ocasión donde se quedan solos Sonne y Victoria, ella le enseña que sabe tocar el piano e interpreta el 'Vals de Mefisto' de Franz Liszt, como si fuese una premonición a partir de ahí y tal como le pasó a Fausto, Victoria no sabrá las consecuencias de sus actos. Boxer anuncia a sus compañeros que tiene que realizar un atraco a una entidad bancaria porque se lo ha prometido al gángster que lo protegió cuando estaba en la cárcel. Sonne habla con Victoria para que ella simplemente conduzca el furgón mientras ellos realizan el atraco. Algo rápido y limpio que como todos sabemos, no saldrá bien y se enmarañará hasta consecuencias insospechadas, el ritmo del relato cambia completamente y no paran de surgir imprevistos y desgracias. En definitiva una noche que cambiará para siempre la vida de Victoria y de estos cuatro berlineses.

Sorprendente relato que nos propone Sebastian Schipper, sobre todo por la forma de filmarlo, hizo un único plano secuencia una noche en Berlín desde las 4 de la madrugada hasta las 7. La cámara sigue a nuestros cinco protagonistas, con especial atención a Victoria y Sonne, dos personalidades muy diferentes que se atraen, una muchacha algo ingenua, aventurera y algo valiente, no es ni demasiado lanzada ni tampoco huraña. Sonne es un auténtico líder que es legal y muy fiel a sus amigos que son personajes bastante chungos, de hecho, Boxer estuvo en la cárcel. Esa mezcla, unida a la juventud del elenco, hace que se embarquen en algo muy arriesgado a ritmo de música electrónica compuesta por Nils Frahm. Aunque la película tiene dos partes claramente diferenciadas, siempre te tiene enganchado, ya que la manera de filmar todo el relato es el mismo. Tanto los actores, la dirección, la música y la propia Berlín son los puntos fuertes de este film. Quizás el final es un poco flojo, algo convencional y que ya llevas un rato esperando que pase la tragedia absoluta para todos, pero aun así es una gran película, donde no extraña que fuera muy galardonada. Sin duda muy recomendable para los que aman la capital alemana, cosa que a mi me ocurre, en ese aspecto no puedo ser objetivo. Berlín tal como refleja el film es de los pocos sitios en Europa donde queda aun algo a la improvisación.

Para Recordar: ese plano secuencia continuo de 140 minutos que es una oda a la juventud, a la irresponsabilidad y a la tragedia. Es como si estuvieras siguiéndoles en silencio por su absurda tragedia.

Para Olvidar: no por inesperado deja de ser un poco decepcionante el final del relato.




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sábado, noviembre 24, 2018

El hombre que mato a Don Quijote

Spain (2018)

Toby es un director de cine americano, bastante capullo, que esta rodando en España lo que debe ser su obra cumbre: Don Quijote de La Mancha. Aunque actualmente es una rutilante estrella en Hollywood, Toby ya ha filmado una pieza en la península. Concretamente un medio metraje que le sirvió como proyecto fin de carrera. Curiosamente el argumento se centraba también en el personaje de Cervantes. Para colmo de casualidades, un gitano le vende exactamente la obra que rodó entonces. En ese momento le vienen a la cabeza multitud de recuerdos, entre los que destaca el la chavalita que le robó el corazón. Se pregunta que fue de ella y decide ir al pueblo donde se conocieron pare verla de nuevo, y si puede ser, mojar el churro. Pero lo que encuentra es un lugar muy diferente donde el antiguo protagonista se le ha ido la pinza a semejanza de lo que le ocurrió al propio Don Quijote. Compadeciéndose del otrora actor, Toby le intenta ayudar, a su manera claro. Pero lo que consigue es liar más las cosas y, en su intento de salvar el culo, se ve metido en un lio mayúsculo capitaneado por el viejo hidalgo. En una ida de olla bastante considerable, Toby (al que el caballero confunde con Sancho Panza) y el nuevo Quijote se verán inmersos en una serie de situaciones en las que no se sabe muy bien si son fruto de un colocón del director o están ocurriendo realmente. Y en esta mezcla de sueño lisergico y realidad decadente, aparece un magnate ruso encarnado por Jordi Molla (así de bizarro) que celebra una macro fiesta al lado del viejo amor de Toby. Es entonces cuando él se dará cuenta que es una tontería luchar contra la fantasía cuando el mundo real es mucho más aburrido...


Como no podía ser de otra manera, en una nueva escapada al BFI 2018, me decidí por ver esta curiosa pieza de incalificable Terry Gilliam. Y digo curiosa no solo por el argumento (que también), sino por a historia que hay detrás del rodaje. Y es que está película ha tardado la friolera de 16 años en ver la luz. Originalmente pensada para ser protagonizada por Johnny Depp y Jeff Bridges, no consiguió terminarse debido a una serie de fatídicas desgracias dignas de otra película. Y así fue. La historia del “no rodaje” de El hombre que mató a Don Quijote, fue estrenada en 2002 en forma de documental: Lost in La Mancha (muy recomendable). Centrándonos en la película actual, cabe decir que brillar en un tema tan explotado como el Quijote es muy complicado. Sin embargo Gilliam sale más que airoso del reto. Con su típica visión narcótica de la realidad, nos plantea una película de aventuras que homenajea al clásico de Cervantes rindiendo un certero tributo a su esencia más pura. Al contrario de lo que le pasó a Farhadi con su “Todos lo saben”, Gilliam se adentra en la cultura española con todo el conocimiento de causa. Mostrándonos partes de la España más profunda y casposa (los vendedores de CDs, los poblados, etc.) nos propone una escapada a lo imposible plagiando la idea de Cervantes y sirviéndose del hidalgo como conductor de la locura y del idealismo. Aunque parezca mentira, en el siglo XXI las hazañas del caballero de la triste figura tienen su réplica y, a lomos de un rocín y con un escudero más estúpido que Sancho, el director nos sumergirá en el universo cervantino con un toque surrealista que por momento se vuelve exquisito. Una exquisitez que roza la excelencia aunque sin alcanzarla. Algunos tópicos son evitables (como los flamencos) y se echa de menos la verdadera Mancha en unos exteriores rodados en el norte de España. Gran fallo, sobretodo para un manchego como yo. De todas formas recomiendo esta pieza que me hizo pasar momentos memorables.

 Nota: 8.5

Para recordar: Muchas cosas, aunque me quedo con el final ya que le da un toque de romanticismo que toca el corazón de los amantes de D. Quijote.
Para olvidar: Que no se haya rodado en La Mancha.


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miércoles, noviembre 07, 2018

Sarusuberi: Miss Hokusai

Japón (2015)

Película de animación dirigida por Keiichi Hara a partir del manga del mismo nombre de Sugiura Hinako. Ganadora a mejor película de animación en los premios Asia-Pacífico. Nos situamos en Edo (actualmente Tokio) en la época del shogunato Tokugawa, a mediados-finales del siglo XIX. Es una de las ciudades más pobladas del mundo, por allí pasan campesinos, samuráis, comerciantes, nobles y artistas, vemos el comienzo de lo que luego será la gran urbe capital del país. Dos artistas que viven allí son el archiconocido pintor Katsushika Hokusai y una de sus hijas, O-Ei. A pesar de la fama del padre, viven con lo justo y no disponen de muchos medios. De hecho, Katsushika y O-Ei viven solos pintando en su casa, la madre y las hermanas de O-Ei viven en otra casa en la ciudad. Su estilo pictórico es el ukiyo-e, que alcanzó su cima con una de las obras de Hokusai, el famoso cuadro de La Gran Ola de Kanagawa. Padre e hija viven en un desorden y casi anarquismo absoluto, el padre se centra mucho en su faceta artística. O-Ei es diferente, gran pintora pero también tiene mucho trato familiar con su madre y su hermana pequeña, que es ciega de nacimiento y en muchas ocasiones cuida de ella y salen a pasear al puente Ryōgoku. Algunos pintores también pasaron por esta casa, como Zenjiro Ikeda y Kuninao Utagawa. El relato se centra cuando el padre de nuestra protagonista está en su cima artística y ambos conviven para pintar conforme al estilo ukiyo-e. Cuando ya fallece el famoso pintor japonés, su hija O-Ei prácticamente desapareció y se dedicó a viajar por el mundo.

Renoir, Van Gogh y Monet son solo algunos de los pintores europeos que se inspiraron y admiraron la obra del famoso Katsushika Hokusai, en la película (al contrario que en el cómic) se centran más en la figura de su hija O-Ei, una pintora que no logró el reconocimiento ni nacional ni internacional como su padre, pero que gran parte de las obras fueron suyas, simplemente no las firmaba y entonces no sabemos a ciencia cierta cuantas de estas obras fueron realizadas por ella. En el film se muestra muy bien como el padre solo vivía su gran pasión que era la pintura, para su hija era una gran profesión que le gustaba mucho pero cuidaba su faceta humana, cuidadora de su hermana y apoyo para su madre, no se le conocían relaciones carnales pero pintaba muy bien pasajes eróticos dentro del estilo ukiyo-e. Se pueden destacar varios aspectos de la película, una banda sonora con rock y guitarras eléctricas que le dan un contrapunto al relato, un ritmo pausado que es muy generalizado en el cine asiático y en concreto japonés (por ello se necesita algo de paciencia en este tipo de películas) y un aspecto visual impecable, algo muy importante cuando estás contando una historia real sobre uno de los pintores más famosos de Japón. En definitiva es una pieza muy recomendable que sirve para todos los públicos, incluso para un público infantil por su aspecto visual. Además reivindica la faceta feminista e independiente de O-Ei.

Para Recordar: la expresión artística de nuestra protagonista, O-Ei, la cual no firmaba muchos de los trabajos que ella hacía y que atribuyen a su padre, el famoso pintor Katsushika Hokusai. Una mujer independiente y muy valiente, que en 1814 estuvo junto a su padre y al fallecimiento de este, se fue a recorrer el mundo ella sola.

Para Olvidar: que si no llega a ser por la película y el manga, esta artista hubiese quedado en el olvido.




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