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miércoles, septiembre 25, 2019

Mi vida entre las hormigas

España (2017)

Producción documental dirigido por Chema Veiga y Juan Moya a partir de uno de los nombres más conocidos en el panorama de la música española, Jorge Martínez, líder la banda 'Los Ilegales', un grupo asturiano surgido en los 80s que se desmarcó rápidamente de los grupos de la movida madrileña. Ilegales siempre fue un grupo pendenciero, donde Jorge llevaba a cabo su idea y proyecto de lo que debería ser el punk, porque no solo se trata de música, también de actitud. Y de esto va sobrado nuestro protagonista, ya que, no tiene el menor problema en meterse en toda clase de líos y peleas. Jesús Ordovás lo recuerda como el que mejores ostias ha dado fuera del escenario. En el documental se hace un repaso a la carrera musical de este grupo, desde sus inicios, bastante salvajes, hasta la actualidad que después de una separación, han vuelto a reunirse. Mítico es cuando cuentan que Jorge salía a la calle con su stick de hockey. También se muestran otros proyectos paralelos en solitario de Jorge Ilegal, que le ha llevado a estudiar las raíces de la música en español. Siendo el protagonista, también nos adentramos en las aficiones personales de este personaje, amante de Nietzsche y Quevedo, coleccionista de guitarras eléctricas y soldaditos de plomo, en la actualidad vive en el campo en su Asturias natal, a pesar de su fama de pendenciero, es un hombre tranquilo que habla muy claramente y no tiene problema alguno en expresar su opinión, aunque bastante alejado del foco mediático.

He de reconocer que soy bastante admirador de Jorge Martínez, me parece un personaje bastante sincero y auténtico, sin ninguna pose y que no está interpretando un papel, simplemente es su manera de ser. Por eso, las ganas de ver este documental, que no decepciona en absoluto. En gran parte del metraje, aparece Jorge y sus compañeros de Ilegales, aunque no quiera destacar en sus opiniones o reflexiones, siempre uno, se queda escuchando atentamente a él, centra sin duda, todas las miradas. Los puntos débiles de la producción es que hacen mucho la rosca y encumbran a este grupo en mi opinión con falsa modestia, Jaime Urrutia no me lo trago. También le falta algo de música que acompañe a la película, apenas escuchamos a los Ilegales. Después de su visión, he de decir que soy todavía aún más fan de este hombre y que espero verlo pronto en directo sobre un escenario. Todavía recuerdo cuando lo vi en una edición del Festival Viña Rock, cayó una buena tromba de agua y dieron un gran concierto, incluso no se querían ir del escenario. Sin duda, recomiendo el documental, es cultura general sobre la música en español y refleja toda una época.

Para Recordar: la arrolladora personalidad del líder de los Ilegales, Jorge Martínez, uno de los grandes personajes de la música punk-rock en español que desprende autenticidad.

Para Olvidar: el peloteo de algunos de los invitados al documental. Jorge es bastante cabronazo y todo son loas y alabanzas hacia él.




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domingo, septiembre 22, 2019

Entrada especial: Viviendo el bueno, el feo y el malo.

Pocas veces nos salimos del guión (frase muy cinéfila y recurrente) y hablamos de algo que no sea cine. Alguna serie que merece la pena especialmente, el clásico resumen del año que hace el bueno de Pepe o alguna escapada relacionada con el cine, como la que tuvimos la suerte de disfrutar en Ayna. Pues bien, en esta ocasión, la aventura no ha sido menos intensa en una viaje relámpago e improvisado a tierras castellanas.

Sergio Leone (que tuvo que cambiar su nombre por por el de Bob Robertson en su primera película) rodó su famosa “trilogía del dólar” (Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio, que realmente se llama Por unos pocos dólares más, y El bueno, el feo y el malo) casi en su totalidad en territorio español. En el caso de la más famosa de todas, la última de la trilogía, los míticos Sentencia, Tuco y el Rubio pasearon su desgarbada figura por parajes de Madrid, Burgos, Granada y Almería.

En Madrid se grabó en la Dehesa de Navalvillar (en Colmenar Viejo), representando al poblado de Peralta, de Nuevo México. En Granada, las escenas que muestran a Tuco siendo llevado prisionero en el tren, se grabaron en la desaparecida estación de La Calahorra.

En Almería se montó un poblado (el que inicia la película) en el paraje de la Sartenilla, en el desierto de Tabernas, típico lugar de los rodajes de Leone. Se grabó en diferentes también localizaciones como Las Salinillas y garganta de Alfaro-Otero.

Y es en Burgos dónde llegaron nuestros pasos para disfrutar de cuatro escenarios del film. En el Monasterio de San Pedro de Arlanza se rodaron los interiores de la Misión de San Antonio (en cambio, el exterior pertenece a Cortijo del Fraile en Almería). En aquel momento las ruinas (que ahora estan siendo reformadas y no se permite el paso, aunque esto puede evitarse :-)) fueron un lugar perfecto para albergar al hermano de Tuco. El Campamento de Beterville fue construido en las inmediaciones de Carazo, en una meseta plana, donde todavía se puede ver la forma del recinto en el terreno, junto con las zanjas que delimitaban el campo de concentración. El Puente de Langston fue construido por el Ejército Español sobre el río Arlanza, en el término municipal de Hortigüela. Y fue muy cerca de allí donde se construyó el Cementerio de Sad Hill (San Gil) para la escena final, con cerca de 5.000 tumbas creadas para la ocasión. En efecto, el cementerio es ficticio y se construyo para la película. En 2015 el cementerio fue recuperado por la Asociación Sad Hill, un grupo de aficionados a la película que consiguieron miles de euros por medio de crowfunding. Esta iniciativa consistía en poner una tumba con el nombre de la persona que donara. Multitud de fans secundaron esta iniciativa que fue todo un éxito y que se presento en sociedad en el 50 aniversario de la película. Un documental culmina este maravilloso proyecto (Desenterrando Sad Hill).

En efecto, este era el principal destino de nuestro viaje, un lugar apartado del mundo, en medio de un valle donde pastan vacas en total libertad. De muy difícil acceso, un camino en mal estado que parte de Santo Domingo de Silos nos llevó hasta la entrada del recinto. Recomiendo hacer el camino a pie, ya que solo son 5 kilómetros y el coche puede sufrir. Ahora, si vais con un 4x4 no hay mayor problema. El interesante pensar como es posible que se moviera toda la maquinaria del rodaje por aquel páramo salvaje, que, si ahora es un camino de cabras, no me imagino como estaba hace medio siglo. Pero el genio de Leone lo tenía claro y allí se desplazaron para grabar una secuencia legendaria.

Tras una hora paseando y tomando las obligatorias fotos que hoy comparto aquí, fuimos a ver otros exteriores cerca del rio Arlanza. También fuimos al monasterio que mencione antes, aunque allí había poco que ver ya que lo están restaurando. Muchas grúas y máquinas que “ensucian” la estampa de aquella iglesia en ruinas que se alzaba la curva de la carretera nacional. No merece la pena ir adrede, pero si se tiene un rato, se puede hacer un alto en el camino para recordar el encuentro de Tuco con su hermano. En definitiva una gran experiencia para homenajear una de las más grandes películas de la historia del cine. Aquí os dejo unas istantáneas del cementerio y del monasterio junto con nuestro humilde (y cutre :-)) video homenaje al duelo final.




























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