Un peligroso atracador, Cody Jarrett, perpetra junto a su banda un golpe contra un tren de mercancias. Frío como el hielo, tiene preparado un plan para salir indemne con el dinero robado. Sin embargo, un astuto policía descubre el paradero de Cody, quien se siente acorralado y teme por su suerte; si le culpan del delito comedito en el tren , irá a la silla eléctrica. De nuevo el bandido da muestras de su sagacidad y decide inculparse en un delito menor, que le ofrecería una inmejorable cuartada para escapar de las sospechas que le relacionan con lo ocurrido en el ferrocarril. La idea es genial y Cody acaba con sus huesos en la cárcel por no más de un año; bajo precio si lo comparamos con lo que cuesta una vida. Sin embargo la policia lo tiene señalado; espera que cometa un error y pague todos sus crimenes. Un topo profesional se hará pasar por presidiario, para ganarse la confianza de Cody. Pero el delincuente es muy listo y desconfiado, y no suelta prenda de sus fechorias. El problema lo tiene fuera; es un tipo muy odiado y le estan comiendo el terreno. Primero su mujer y luego su madre. No puede aguantar más y decide fugarse. Es entonces cuando la policia puede actuar. No será nada fácil, pero la persecución terminará en un punto de no retorno...
Excepcional film de cine negro, en el que James Cagney da una lección de como hay que interpretar a un malo de verdad. Para mi, uno de los personajes más perversos que he visto en la gran pantalla. Complejo y enfermo; maquiavélico e innoble. Sin detenerse únicamente en el gran guión que sustenta la historia, el realizador maneja el suspense con un ritmo trepidante que se consigue gracias a una puesta en escena muy adelantada a su tiempo. Brillantes persecuciones, detalles técnicos sobresalientes y una hiladísima trama, hacen que lo contado sea más que creíble. Como transfondo, el profundo drama de un desdichado protagonista (Cody Jarrett) convertido en criminal despiadado. Una dura infancia y una enfermedad mental, hacen que la crueldad de Cody alcance el grado de Psicopatía. El amor por al dinero, la falsedad y el crimen organizado, son el resto de ingredientes que podemos saborear en este magnífico largometraje, rodado en 1949, pero que podría rubricarlo cualquier director actual.
Nota: 9,1
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