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lunes, abril 23, 2018

El club

Chile (2015)

Producción dirigida por Pablo Larraín, ganadora del gran premio del jurado en el Festival de Berlín. Al sur de Chile, bordeando con el Pacífico en una pequeña localidad, viven cuatro sacerdotes recluidos en una casa de dos plantas, junto a ellos está la hermana Mónica que cuida de ellos y también impone un estricto régimen de espiritualidad y oración. Estos cuatros sacerdotes han sido confinados allí por sus diferentes crímenes que la Iglesia no quieren que salgan a la luz, uno tiene antecedentes por abusos sexuales a menores, otro está imputado por adopciones ilegales, otro por colaboración con la dictadura y un cuarto que ni siquiera por su demencia ya ni sabe por qué se encuentra allí. Hasta el lugar llega un quinto sacerdote también acusado de abusos a menores para su particular reclusión, pero una de sus víctimas, un muchacho joven llamado Sandokán, encuentra donde está su verdugo y desde fuera de la casa y por el pueblo va pregonando que fue violado por el sacerdote cuando era niño. Este no aguanta la presión y se suicida con una pistola. Este hecho hace que salten todas las alarmas y la jerarquía eclesiástica manda al padre García para investigar los hechos y esclarecer los crímenes de los otros cuatro sacerdotes. La llegada del padre García, que también es psicólogo, hace que los otros miembros se resistan a perder su statu quo dentro de la casa, la mayor resistencia incluso viene de la hermana Mónica, llegando a amenazar al protagonista con ir a la prensa y sacar a la luz todas estas historias. El padre García que iba a ser un soplo de aire fresco para la renovación de la Iglesia y tendría que entregar a estos criminales a la justicia, no solo no lo hará, sino que será casi el principal instigador y cómplice de estos oscuros personajes.

El director de la fantástica película No, nos aborda con uno de los temas que ha estado en la actualidad estos últimos años, la impunidad de la Iglesia a entregar miembros de su congregación a la justicia por diferentes crímenes, sobre todo el abuso sexual a menores, muy bien tratado en la película ganadora del Óscar Spotlight. Pero aquí no hay periodistas o denuncias de por medio, aquí nos enfrentamos a estos personajes tenebrosos con un clima gris y hasta chungo. Esto es lo mejor del relato de Larraín, esa ambientación donde la maldad impera en las miradas de estos sacerdotes, ni atisbo de arrepentimiento o expiación, al contrario, mediante su penitencia y sus pequeños caprichos viven con la conciencia muy tranquila y disfrutan de las carreras de galgos con su perro Rayo, el único personaje con nobleza en todo el film. La película es bastante claustrofóbica e incluso desagradable, pero con los hechos que nos están contando no llega a enganchar, todo es muy lento, apenas hay acontecimientos y llega hasta aburrir, un defecto que me parece muy grave y que podría haber convertido este relato en un gran film y se queda en una buena declaración de intenciones simplemente. Tengo la sensación de que Larraín podría haber dado más en este relato.

Para Recordar: la maldad y la hipocresía de los estamentos eclesiásticos a la hora de limpiar sus crímenes.

Para Olvidar: siendo una película tan inquietante que te estremece cuando la ves, resulta bastante aburrida.




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