Producción inglesa del año 1984 dirigida por Roland Joffé ganadora de 3 Óscars al mejor actor secundario (Haing S. Ngor), fotografía, montaje y nominada al mejor guión. Sydney es un periodista de los más prestigiosos del New York Times y se dedica a corresponsal de guerra, en 1972 lo mandan a Camboya para cubrir el conflicto bélico donde en Vietnam están terminando la guerra y en Camboya el ejército americano decide intervenir. Al llegar allí conoce a Dith Pran, un nativo que se convierte en su guía e intérprete durante la guerra, un contacto para tratar con los camboyanos en vez de dedicarse a hacer las crónicas mediante teletipos en un despacho en Bangkok, el prefiere estar en primera línea. Pero en 1975 al caer el gobierno camboyano EEUU se retira del país, se saca a todos los periodistas y la familia de Pran emigra a América. Sydney y su equipo de noticias siguen en el conflicto hasta que no les queda mas remedio que irse a la embajada de Francia en Camboya porque ya está instaurada la dictadura de lo jemeres rojos de Pol Pot, cuando todos van a salir de alli el gobierno camboyano no deja salir a Pran por su condición de camboyano y lo reclutan en un campo de concentración de los jemeres.
Hermoso relato sobre la amistad y fidelidad en un profesión tan arriesgada como periodista siendo corresponsal de guerra. Una de esas películas largas de antes que son 2 horas y media de duración donde en ningún momento te aburres, te mantiene en tensión y encima va creciendo la intensidad, adornada con la música de Mike Oldfield y con actores tan buenos como John Malkovich. La segunda parte de la película retrata muy bien los horrores tras la guerra con la cruenta dictadura comunista impuesta en el país y el genocidio que fue para el pueblo camboyano. Basado en un hecho real hace poco este periodista que era Dith Pran falleció, así que desde aquí en nuestro pequeño blog le hacemos un homenaje de un profesión que últimamente es vergonzosa y partidista donde nunca muerden la mano que les da de comer. Convendría recordar figuras como la de este hombre. Un ejemplo de dignidad tanto periodística como humana que hace encontrarte con una sensación curiosa, al terminar de ver la película te sientes mejor persona por haber visionado su sufrimiento en Camboya.
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