Séptimo

Argentina (2013)

Sebastián y Dalia viven una situación personal muy complicada. Su matrimonio se desmorona, el trabajo les agobia y sus hijos son el escudo que recibe todos los golpes de la relación. Ambos están orgullosos de los críos y harían cualquier cosa por tenerlos junto a ellos. Ahora nada esta claro y mientras Dalia quiere llevárselos con ella a España, Sebastián quiere mantenerlos en Argentina. En plena batalla sentimental, un hecho golpeará al matrimonio en lo más profundo de sus sentimientos.  Los hijos de la pareja desaparecen misteriosamente dentro del edificio de pisos donde viven. En lo que se tarda en bajar desde el séptimo a la calle, alguien ha tenido tiempo de secuestrarlos. O al menos eso parece. La versión de la policía es otra muy distinta y a no ser que todo el mundo en el bloque sea cómplice de este delito, los chicos deberían estar lejos del domicilio conyugal. Sebastián sacará lo mejor y lo peor de él para recuperar a sus hijos, mientras Dalia, una victima de este entramado, permanecerá en un dudoso segundo plano que finalmente no pasará desapercibido para el ajetreado marido.

Coproducción hispano-argentina que se presenta como un thriller de suspense, siendo en realidad un melodrama entretenido que con unos tintes superficiales de misterio barato. Un intrigante comienzo hace prever una intensa historia repleta de giros argumentales. Sin embargo, el director va centrándose en la vida personal de los protagonistas banalizando el argumento hasta limites del trivialismo más absoluto. Tanto es así, que cuando el espectador alcanza los títulos de crédito, la única sorpresa que le asalta es como se ha podido desvanecer de esa manera un planteamiento tan brillante. Realmente lo que más se echa de menos en esta historia es el desenlace, porque el realizador Patxi Amezcua parece tener bastante claros el comienzo y el final; sin embargo, los hechos que enlazan ambos conceptos, se diluyen en una trama dramática carente de ritmo y complejidad. Al menos los actores consiguen equilibrar el peso de la simpleza argumental, aunque esto no es suficiente para evitar catalogar esta obra de poco menos que pasable.

Nota: 5,5
Para recordar: La tensión de los primeros 15 minutos
Para olvidar: El guión de Belén Rueda




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