No se puede concebir el cine japones moderno sin hablar de la animación; y no se puede hablar de la animación nipona sin citar a los Estudios Ghibli. Esta vez nos propone un cuento realizado por el hijo de uno de los más ilustres directores de dibujos (Hayao Miyazaki): Goro Miyazaki. Esta película, acorde con la calidad artística que nos tienen acostumbrados los Estudios, nos adentra en un cuento del lejano país del sol naciente; sin embargo, no justifica la creación de un largometraje para contar una historia tan pobre. Muy inconexa y repetitiva, este debut de Miyazaki hijo, no pasará a esa gloriosa historia de la que he hablado al principio de este comentario.
Nota: 6,4

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