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miércoles, febrero 01, 2017

Eye in the Sky

UK (2015)

La acción se desarrolla entre Kenia, Inglaterra y Estados Unidos. Aparentemente unos peligrosos terroristas están tramando un golpe letal en el país africano. Los servicios de inteligencia de los ejércitos anglosajones, ayudados por los últimos avances tecnológicos aportados principalmente por los populares drones, ven todo lo que esta pasando en un pequeño campamento situado en una poblada zona de la capital keniata. El único 'escollo' que salvar es la manera de lanzar un bombardeo a distancia en el epicentro de la casa de los criminales. El problema es simplemente burocrático, pues gracias a lo aviones no-tripulados el matar nunca ha sido tan fácil. Un mando a distancia y un botón es lo único que hace falta para aniquilar a cientos de personas. Un juicio rápido por algunos que se creen dioses y una simple orden, son los instrumentos necesarios para masacrar impunemente. Pero esto es un tema controvertido que no conviene que salga de los despachos; además algunos de los peones aún tiene un resquicio de moralidad y se niegan a ejercer de verdugos por el simple hecho de prevenir un potencial ataque del que no hay pruebas categóricas. Pero los intereses son muchos y la inversión millonaria; hay que explotar los nuevos avances en el mundo de la muerte, aunque para ello mueran inocentes que ni siquiera verán la cara de su asesino.


Interesante película que pasó sin pena ni gloria por las carteleras, pero que sin embargo pone de manifiesto de la manera más cruda uno de las epidemias más silenciosas del siglo XXI: los asesinatos del ejercito yanki. Con la excusa de mostrarnos como se comportan los drones, el director Gavin Hood no duda en mostrarnos de la manera más cruda un gabinete de crisis formado por los gobiernos norteamericano e inglés. En una batalla moral al más puro estilo 12 hombres sin piedad, la ética se va diluyendo conforme los intereses y los miedos van ganando posiciones. Con la excusa de presentarnos la guerra a distancia, la trama va ganando en tensión y acritud a medida que los mandatarios se muestran indolentes y quieren ejercer de justicieros en un mundo que no los necesita. Cuando el final se va acercando a los clichés de esta especie de cine bélico-social, el director da un golpe en la mesa y nos pega un puñetazo de realidad que servirá como clara denuncia de lo que están haciendo en nombre de un pueblo que no quiere sus bombas. Que no busca mancharse con la sangre de inocentes para estar a salvo de unos supuestos asesinos. Tan asesinos son los que dan la orden y pulsan el botón, como los que aprietan un gatillo.
 
Nota: 8.0

Para recordar: El valor de narrar las cosas claras.
Para olvidar: Los gobiernos occidentales.


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