Francia (1959)Producción dirigida por Robert Bresson, quizás de sus películas más conocidas y más asequibles para su entendimiento. Michel es un proyecto de escritor y se codea con alguna que otra alta esfera de la ciudad parisina, pero el vive en una buhardilla cutre y desorganizada del centro, su madre está muy enferma y la relación entre ambos es mala, de hecho Michel cuando va a verla ni siquiera va a la habitación de la madre, habla con la vecina Jeanne y luego se va de nuevo a su casa, es un chico con muchas aptitudes e inteligencia, se cree superiormente moral a la gente corriente y ve que su vida está desaprovechada, por ello empieza a robar carteras, no porque lo necesite, más bien es como un reto para él de superación. Lo que no tiene en cuenta es que de pronto está metido hasta el cuello en el asunto, ha encontrado otros compinches para sus hurtos y ya no lo puede dejar.
Las críticas de esta película han sido siempre muy buenas y la ponen como una obra del séptimo arte, siento disentir con tal afirmación, no deja de ser un buen relato en cuanto a que Michel ve que su salida es estar fuera de la ley porque se cree muy listo, pero las otras historias son muy inconexas, la relación con su madre, la historia de amor con la vecina Jeanne y la relación que mantiene con un inspector de policía parece todo cogido con alfileres, sin nada de intensidad y nada de buen cine negro, de hecho el autor al comenzar la película ya lo advierte, este no es un film policíaco. Los actores no son profesionales, son amigos del director, de hecho Michel (Martin Lasalle) es un estudiante uruguayo en París que es un amigo suyo. Demasiadas ilusiones me hice para lo que luego se queda en mi opinión únicamente en una película correcta que tiene algunos buenos destellos.
Para Recordar: Las escenas de los robos están muy bien trabajadas y la filosófica idea que hay detrás de la película, yo me merezco mucho en la vida porque soy inteligente, así que si la vida no me lo da pues ya lo consigo yo por otros medios, aunque sean ilegales.
Para Olvidar: Lo de siempre en casi todas las películas de la Nouvelle Vague, el ritmo cansino, la ausencia de intensidad porque se creen que filmando una mosca es muy emocionante. La historia de amor entre Jeanne y Michel me parece absurda.
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