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viernes, julio 30, 2010

El Último Caballo

Producción del año 1950 dirigida por Edgar Neville, uno de los títulos clásicos del cine castizo madrileño. Fernando está ante su último día en el servicio militar que lo ha hecho en el servicio de caballería, le informan que todos los caballos van a ser sustituidos por motocicletas y que mañana pasará el contratista para llevárselos, el destino de los equinos será para que los monten picadores en las corridas de toros en la Plaza de las Ventas y Fernando aprecia mucho a su caballo Bucéfalo. Deja todos sus ahorros para su boda con Elvirita y compra el animal para llevárselo a Madrid pero con el cambio a la vida moderna ya no hay caballerizas en la capital y es prácticamente imposible tener un caballo en la ciudad. Ahora todo son coches, prisas y ganar un mísero sueldo como oficinista en el centro de la ciudad. Fernando no ceja en su empeño para que el animal no sea vendido al contratista y busca la manera para que Bucéfalo pueda tener cobijo y darle otra misión que la de morir sacrificado en la plaza, para ello contará con la ayuda de su compañero en la milicia Simón el bombero y de una florista llamada Isabel.

Es la primera vez que me acerco al cine de Edgar Neville, apodado el Frank Capra español ya que realiza producciones muy al estilo familiar del norteamericano pero casi todas localizadas en la capital de España, de ahí mi interés en su filmografía ya que me gusta ver la ciudad donde yo vivo como era anteriormente. Con 'El Último Caballo' me he llevado una agradable sorpresa, la interpretación de Fernando Fernán Gómez como protagonista es excelente y la ambientación de Madrid es encantadora con esa Gran Vía ya en pleno cosmopolismo, el barrio de Guindalera que era un pueblo, la plaza de las Ventas, la estación de bomberos de Santa Engracia donde trabaja un magnífico y pillo Simón interpretado por José Luis Ozores y esas corralas madrileñas llenas de familias donde se hacía una vida en comunidad. Un film de apenas 84 minutos que te hace pasar un buen rato, que inculca amor por los animales y perfecto para una calurosa tarde de verano, seguiré visionando otros relatos de este desconocido director que en círculos más académicos es muy valorado.

Para Recordar: Los planos de Madrid, la interpretaciones de Fernando Fernán Gómez y de José Luis Ozores.
Para Olvidar: El edulcorado final al estilo Frank Capra donde la buena gente acaba siendo feliz, nunca me ha convencido ese tipo de finales felices, supongo que Neville lo filmó así para contentar a la censura de la época.




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