Japón (2004)
Tokio, una de las ciudades más grandes del planeta, en la que aún siguen ocurriendo casualidades. Casualidades, como la que permite que Nishi y Myon se encuentren en el metro después de muchos años. Nishi esta enamorado de la chica desde el instituto. Su caracter pesimista y su rol de perdedor, ha impedido que nunca se lance a declarar sus sentimientos. Sentimientos que creía haber perdido hasta que esa tarde la vuelve a ver en el vagón. Un cosquilleo le recorre todo el cuerpo y ahora desea más que nunca arrojarse a sus brazos. Myon le invita a tomar algo al bar de su padre; allí le espera su novio con el que pronto contraerá matrimonio. Nishi acepta la invitación y asume una nueva derrota en su vida. Pero lo que parecía una monótona reunión de ex-amigos se trunca cuando un par de matones entran el el bar buscando al padre de Myon; uno con pinta de mafioso y otro medio loco en pañales, con un balón de fútbol y la camiseta de Japón. Parece ser que el pariente de Myon le ha robado su entrada para la final del Mundial. Nadie revela el paradero del hombre, asi que el demente golpea brutalmente al prometido de la chica y se acerca Nishi en plan amenazador. Nishi es un desgraciado y tiene menos suerte que el novio; el asesino le pega un tiro en el culo y la bala sale por la cabeza. Una triste muerte para un tipo triste. Nishi se encuentra con dios en el cielo y llora su mala suerte; todo esta perdido ya. Sin embargo la última gota de valor la emplea en retar a la deidad y Nishi intenta regresar al mundo de los vivos. Sin saber como lo consigue y aparece justo cuando el matón va a disparar; Nishi ha cambiado; ha ganado por primer vez y nada menos que a Dios. Ahora nada será igual. Con un movimiento rápido desarma a su asesino y le dispara en la cabeza. La realidad es otra ya. Recoge a Myon y a su hermana y huyen a toda velocidad. Los yakuza le persiguen pero el ya no tiene miedo. En una maniobra arriesgada el coche termina en el mar y todos son engullidos por una ballena. Allí vive un anciano que ha montado una casa con lo que la ballena ha tragado durante años. Parece que no hay escapatoria. Pero deben lograrlo porque si bien el mundo no es perfecto, hay gente maravillosa fuera; llantos, risas, odio, amor, esperanza, niños, mayores, prisas, relax, un antes y un después de este día en el que Myon se encontro con Nishi en el metro.
Rareza cinematográfica que nos llega desde mi querido Japón (mi apoyo en estos momentos tan complicados). Deliciosa historia realizada en formato animación, con unos gráficos muy elaborados y vanguardistas. La trama nos relata el anhelo surrealista de su creador, Masaaki Yuasa. El tiempo no existe, cuando lo que importa son las situaciones, las personas. En una gran urbe pueden ocurrir miles de cosas; cosas complejas y cosas mínimas. Todo esto expresado con dibujos que van de lo más básico (cuando los personajes están calmados) hasta el máximo detalle, cuando los protagonistas experimentan una situación comprometida. Bellos alegatos al amor y al arte, que van haciendose más fuertes conforme la trama va llegando a su final. Un final que se va dispersando en una fantasía atemporal, hasta alcanzar los títulos de crédito que comienzan con la frase "Mind Game nunca termina". Precioso y complejo film nippon recomendado para los que gusten de experiencias visuales intensas; visuales y auditivas, pues la música es simplemente una pasada, con temas que van desde el folklore al reggae en japonés.
Nota: 8,1
Para Recordar: El encuentro con Dios.
Para Olvidar: Que sea imposible encontrarla doblada. Gracias a la gente que se kurra tanto los subtitulos.
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