Una pareja de casposos detectives de la posguerra española, viajan a un pueblo de Andalucía para intentar esclarecer la misteriosa desaparición de dos hermanas. Sus poco ortodoxos métodos y las nuevas 'reglas' policiales venidas con la democracia, hacen que estos dos 'sabuesos' nacionales avancen con paso más que lento en sus investigaciones. Todo es muy confuso y los lugareños no colaboran mucho. Juan, con un oscuro pasado que no quiere revelar, toma cartas en el asunto y decide utilizar unos métodos más expeditivos para encontrar testigos. Pedro, un policía de método al que le viene grande el caso, ignora las salidas de tono de su compañero conforme comprueba que los resultados mejoran. Juntos, irán uniendo las piezas de un macabro rompecabezas donde los criminales se mezclan con los defensores de la ley. Una ley que en a España de 1980 era más que inestable.
Pinicula revelación del pasado año que opta a la mayoría de los premios Goya de 2015. Estamos ante una apuesta atrevida del cine patrio que ha logrado una gran aceptación por parte de crítica y público, hecho que me congratula enormemente. La isla mínima es un acercamiento a ese género que tan de moda está en el cine yanki, y que podríamos denominar cine policíaco “sádico”. Si bien este estilo no es nuevo, colocando como máximos exponentes del sub-género a la mítica Seven o Los Rios de Color Purpura, la verdad es que este tipo de largometrajes han generado mucha aceptación con obras como la serie True Detective. Las alegorías a hechos sobrenaturales, dotan a las historias de unas dosis de suspense extra que oscurecen la trama, dándole un matiz más terrorífico. Si bien la película que nos ocupa, intenta seguir estos 'dogmas' el gran acierto del director ha sido adaptarlos a nuestra cultura y a su manera personal de ver el género policíaco. Los actores, paisajes y personajes, están perfectamente ambientados en la España más siniestra y bizarra en uno de los periodos más grises del país, los años 80. Las interpretaciones son de mucho peso, principalmente la de los protagonistas, y el guión de una complejidad poco vista en el cine nacional. Como única pega el trasfondo político que el realizador no sabe manejar con fluidez, dejando un vacío argumental que ensombrece de algún modo este largo que está llamado a ser una película de referencia para los nuevos directores españoles.
Nota: 8,6
Para recordar: Lo farsantes que son los videntes.
Para olvidar: El 'Cuervo' y su historia, fuera totalmente de lugar.
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