El gran director austriaco da otra lección de psicología en este relato ambientado a principios del siglo XX, da igual la situación que le den a Haneke, tanto si es una pianista en la actualidad o un coro de niños en la Alemania antes de la guerra. Haneke quiere retratar que la educación de los menores a base de mal entendida disciplina y a golpes origina traumas que son irreversibles. También retrata una sociedad alemana enferma donde la gente murmulla pero no denuncia, relaciones incestuosas y donde hay una interpretación muy exacerbada de la religión que lleva a sus habitantes a la esquizofrenia y desequilibrios que se reflejan en la maldad de la siguiente generación. Tengo que poner un pero a está producción y es la ausencia de ritmo en la película, haciéndose muy pesada al principio y muy interesante al final, diría que incluso es muy precipitado el final de la misma. Pero eso sí, el gran maestro Haneke te deja una vez más pensando y reflexionando acerca de la naturaleza sombría humana. Es como tratar con Freud pero en director de cine.
Para Recordar: Como no educar a los hijos, a base de brutalidad, disciplina exacerbada y dogmas religiosos.
Para Olvidar: Lo pesado que se hace el principio del relato.

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