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miércoles, febrero 02, 2011

Ultimo tango a Parigi (El Último Tango en París)

Italia (1972)

Producción dirigida por Bernardo Bertolucci, con nominaciones al Óscar al mejor director y mejor actor (Marlon Brando). Paul vive en París, lo que iba a ser una noche en un hotel de la capital francesa se han convertido en 5 años junto a su difunta esposa que acaba de fallecer. Va a ver un piso antiguo y casualmente coincide con la joven Jeanne, que también está interesada en el piso. Al instante de conocerse hacen salvajamente el amor y pactan en quedarse el piso y no saber nada el uno del otro, simplemente será un pequeño paraíso donde disfrutar de compañía, sexo y olvido del mundo exterior. La vida fuera del piso es una locura para Paul con el golpe de la muerte de su esposa, la convivencia con los amantes de esta en el hotel y rodeado de un mundo de prostitución. Jeanne tiene una farsa de vida junto a su novio Tom, un director de cine con ínfulas artísticas que es un completo imbécil. La relación entre nuestros protagonistas es imposible y Jeanne quiere saber más de Paul hasta que se harta, en ese punto todo da la vuelta y es Paul quien quiere conquistar a Jeanne y caer al precipicio después de bailar su último tango.

Film polémico en la época que se estrenó, en España es muy recordado como los ciudadanos iban a Perpignan en la frontera solo por verla, sexualmente hablando no tiene nada escandaloso a estas alturas de siglo XXI pero tiene algunos aspectos revolucionarios que Brando, con su magnífica interpretación, introdujo en su locura como bohemio en París, esa exaltación de la individualidad, anarquismo y egoísmo que realmente, pueden escandalizar más con el comportamiento que tiene con la joven Jeanne, una muchacha enamorada de esa arrolladora y atormentada personalidad de Paul. Hay varias escenas míticas en el film como cuando Brando habla con su mujer ya muerta, la mantequilla que unta a Jeanne y como dialogan como amigos con el amante de su esposa. A destacar la ambitación preciosa de ese cuchitril de piso en París y el magnífico saxo de Gato Barbieri en la BSO, un lujo al alcance de un director que no es santo de mi devoción y que gracias al genio que es Marlon Brando saca adelante un buen relato sobre la libertad y la individualidad.

Para Recordar: La interpretación de Marlon Brando, el bonito cuerpo de Maria Schneider, París y el saxo de Gato Barbieri.

Para Olvidar: Lo pesado y abstracto que es Bertolucci a veces y la gilipollez trascendental que se trae el novio de Jeanne.




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